La ciudad despide a otro gran hombre de la universidad, el periodismo y la cultura rosarina. Profesor, periodista, escritor, actor y un ser inolvidable para varias generaciones que aprendieron de su talento en las múltiples facetas que desarrolló con inteligencia y humor.
Como muchos de quienes sin haber nacido en Rosario la adoptaron como su ciudad y contribuyeron de modo decisivo al enriquecimiento de su cultura, Daniel Briguet fue uno de ellos, tal vez el más notable, por la diversidad de los ámbitos en los que desarrolló su trayectoria como crítico cultural, filósofo, periodista, narrador y docente.
Nacido en Villa Eloísa en 1953 y ya radicado en esta ciudad se graduó como Licenciado en Periodismo en la que hoy es la carrera de Comunicación Social de la Universidad Nacional de Rosario de la que luego fue un querido y destacado profesor. El periodismo lo contó como un colaborador permanente en todos los medios de comunicación y sus notas en “La Capital”, “El Ciudadano” y “Rosario/12” fueron siempre una invitación a la reflexión, aun en los disensos que más de una vez provocaron su pensamiento y su humor tan personal como agudo. También importantes emisoras radiales de la ciudad lo contaron entre sus columnistas. Habitante del corazón del barrio de Pichincha, que lo tuvo como uno de sus personajes más entrañables, era habitual su presencia en el legendario bar “El resorte” de Pueyrredón y Jujuy, a metros de su departiendo, charlando con los parroquianos o leyendo.
Una faceta adicional debe agregarse a su biografía: la concreción de lo que él mismo llamara “su vocación de actor” en “El asadito”, la película de Gustavo Postiglione, un filme protagonizado por un grupo de amigos , en el que su participación fue uno de los puntos altos del filme. También se recuerda su presencia en el ciclo televisivo “Bótelos”, de Canal 5, y su aporte como guionista en “Raíces”, video sobre la Trova Rosarina.
Su obra como narrador bien puede ser considerada como única en el tratamiento de temas como el amor y sus instancias, las relaciones sexuales y la certera descripción de la vida cotidiana y de los ámbitos nocturnos que conocía y frecuentaba y en los que se movían muchos de los personajes, especialmente femeninos, de sus relatos de “Prohibir la noche” (1996), “El encapuchado no se rinde” (1998), “Historias con mujeres” (2002), “El último verano” (2005) y “El despertar de la criada” (2007). En sus relatos dejó constancias autobiográficas sobre su propia obra: Alguna vez quiero ser un buen narrador. El buen narrador pone sólo lo necesario y deja un campo abierto de sugerencias. O muestra sólo una parte de lo que quiere contar. Yo soy propenso a la dispersión y el desborde. Lector de la mejor novela policial y en especial de Raymond Chandler, algo de éste autor puede rastrearse en algunas descripciones de ambientes comunes.
Daniel, admirado por sus alumnos, seductor pero inclaudicable a la hora de exponer sus ideas, reconocido por sus colegas, padre presente y orgulloso de su hija, deja un vacío sensible en esta ciudad a la que dedicó lo mejor de su inteligencia y talento.