Con enorme tristeza despedimos a Manuel Aranda, uno de los dibujantes y seres humanos más queridos en el mundo del humor y la historieta. Risario, La cebra a lunares y Robinson Sosa fueron algunas de las genialidades que nos dejó. ¡Hasta siempre amigo!
Manuel, a secas, como lo conocían sus amigos , había nacido en Rosario en 1944 y a partir de los 20 años, cuando comenzó a publicar en la legendaria “Tía Vicenta” de Landrú, se convirtió en el dibujante y humorista gráfico que abriría el camino a creadores como Fontanarrosa y compartiría esos años pioneros con otros como Napo y Gregorio Zeballos. Fue artífice de la creación de revistas que se recuerdan como
pioneras. “La cebra a lunares”, que creara junto a David Leiva en 1973, en la que durante sus dos años de existencia publicaron la mayor parte de los humoristas gráficos, periodistas y escritores de de Rosario. En el número inicial de la revista, Manuel definió su visión de los rosarinos y el nombre de la nueva publicación: «Así andamos: amargos, desubicados, sin sentirnos provincianos a pesar de no ser capitalinos, carentes de un ilustre y despótico conquistador que se haya hecho cargo de la paternidad. Si tuviéramos que clasificarnos dentro de la escala zoológica, seríamos algo así como una cebra a lunares».
Otro impacto en la vida cultural de la ciudad fue la aparición de “Risario”, que impulsó junto a un equipo numeroso y que amplió la mirada de “La cebra…” con reportajes y notas artículos valiosos sin dejar de lado el humor. La dirigió los dos primeros números y al convertirse en cooperativa siguió como redactor y dibujante; la revista, es bueno recordarlo, se publicó en los años de la dictadura militar. “Risario empezó en el ’80, y era muy crítica con el gobierno militar. Para ser periodista hay que tener muy elaborado el tema de que te puede pasar algo muy grave, y eso uno lo asumía entonces con mucha naturalidad. Cuando después de la redacción nos reuníamos a comer, nos íbamos con cierto temor, para caminar se buscaban las calles donde los autos venían de frente, viejas costumbres que uno aprendió desde muy chico
en este complicado país, que pasaba de recreos democráticos a golpes de Estado”, recordó en el reportaje mencionado.
Dibujante de línea personal se reconocía como autodidacta, como lo recordara en un reportaje de Leandro Arteaga en “Rosario/12”: Soy autodidacta, cuando era muy chico me gustaban mucho la pintura y el dibujo porque tenía un tío que dibujaba, y todo lo que hacía él yo lo copiaba. Fue la figura masculina que seguí en mi niñez. Yo no tenía la más mínima aptitud para el dibujo, así que fue una cuestión de trabajo y trabajo. En un punto, el dibujo empezó a dejar de interesarme si no decía algo más, y ese algo más venía por el lado del humor. En el humor uno puede expresar absolutamente todo, eso es lo que me fascina. Así se fue dando la cosa. Pero en verdad fue gracias al tío Tomás, quien no hizo mucho, de hecho nada, en verdad ni creo que me quisiera mucho (risas) pero siempre tuve mucha admiración por él, le gustaba mucho el dibujo, el deporte, la lectura, las mujeres, era un tipo muy inteligente».
Manuel trabajó también en agencias de publicidad del país como diseñador gráfico y sus trabajos se publicaron en diarios y revistas argentinas, españolas y de América Latina. Amante del tango, género al que dedicara varias muestras, entre ellas la que se exhibió en este centro cultural, no se amilanaba a la hora de cantar algunos de los temas de Manzi, Cadícamo o Contursi.
Su obra como historietista encontró un alto nivel de creatividad con la aparición de “Robinson Sosa”, con un personaje envuelto en situaciones surrealistas desde su habitat en la isla del laguito del Parque Independencia. El Tomi, un excepcional dibujante, completó una dupla creadora ya ahora irrepetible. Otra personaje al que Aranda convirtió en personaje de historieta fue “Cachilo” -un hombre que eligió la calle como vivienda permanente y cuyos grafittis poblaron muchas paredes del centro de la ciudad- publicada regularmente en el diario “La Capital”. Muestras ambas de un humor muchas veces cercano a lo naif pero siempre con una marca de inteligencia y sensibilidad para la captación de lo cotidiano tanto como de lo inesperado.
En 2010 fue declarado por el Concejo Municipal ”artista distinguido” de Rosario, reconocimiento que se otorgó también a otros dos colegas del humor gráfico: Beas y Osvaldo Laino. En 2015 el Centro Cultural Fontanarrosa editó en un libro la totalidad de su historieta “Robinson Sosa”, recuperando de ese modo los episodios aparecidos en “Risario”.
Fue uno de los dibujante y seres humanos más queridos por sus colegas y por quienes compartieron su amor por la ciudad, una verdadera legión de amigos.