En el aniversario del nacimiento de Raúl González Tuñón, precursor de la poesía social y combativa el país, el Centro Cultural y Sonidos de Rosario rinden tributo a su obra.
González Tuñon, el poeta del combate y la ternura un homenaje realizado por el Centro Cultural Roberto Fontanarrosa y Sonidos de Rosario, con la participación de Severo Callaci, Kity Arregui y Marcos Ramos.
Escuchar La Lluvia, por Marcos Ramos y La libertad (fragmento), por Kitty Arregui
Nacido el 29 de marzo de 1905 en el porteño barrio de Once fue el sexto de los siete hijos de un matrimonio de inmigrantes españoles provenientes de Asturias y se convirtió en heredero del compromiso social de su abuelo materno Manuel Tuñón, minero en su tierra natal y firme socialista, que fue el primero en llevarlo a una manifestación. De su abuelo paterno Estanislao González, un aventurero que jamás salió de España, tomó el perfil lírico y la vocación andariega que son -junto a la temática social- la marca identificatoria de su valiosa obra.
Su trayectoria en la poesía, una firme vocación, fue paralela a una actividad periodística que lo llevó a integrar las redacciones del legendario “Crítica”, de Natalio Botana en la década del 30, en el que colaboraban además figuras como la de Jorge Luis Borges. El diario lo envió a España como corresponsal al inicio de la Guerra Civil y en Madrid se relacionó con el ambiente cultural de esos años, iniciando una profunda amistad con Neruda, García Lorca y Miguel Hernández.
Producido el triunfo del fascismo de Francisco Franco, abandonó España junto a su esposa Amparo Mom para trasladarse a Chile. En la capital trasandina fundó con Pablo Neruda la sede chilena de la Alianza de Intelectuales para la Defensa de la Cultura, organización antifascista surgida del Congreso de Escritores de Valencia, realizado en Barcelona. Neruda y su esposa, la argentina Delia del Carril compartieron con Raúl y Amparo la misma casa en la capital chilena.
A partir de la fundación por Roberto Noble del diario “Clarín” en agosto de 1945, González Tuñón colaboró con notas sobre artes plásticas y crónicas de viaje y en las décadas de 1950 y 1960 su figura y su obra tuvo significativa influencia y es considerado uno de los fundadores de la corriente moderna de poesía urbana y, según la crítica, creador de una entonación rioplatense para el discurso poético. Sus primeros poemas fueron publicados en la recordada revista “Caras y Caretas” en 1922 y a partir del año siguiente en “Proa”, dirigida por Ricardo Güiraldes y en “Martín Fierro”, en la que se nucleaban los integrantes del grupo de Boedo, enfrentado con el de Florida.
Temas recurrentes y variados de su poesía son los viajes, los entrañables barrios de Buenos Aires y París, pequeños pueblos de la Patagonia y lugares lejanos junto a personajes del mundo del circo, marineros, hampones y contrabandistas con oscuros tugurios como escenografía. Teniendo siempre, en otra parte de su obra, los problemas sociales, la injusticia, los derechos de los humildes, las luchas obreras como en La rosa blindada referida a la revolución de Asturias de 1934. Afiliado al Partido Comunista Argentino fue consecuente con sus directivas, aunque no trepidó, por ejemplo, en defender a Arlt de los ataques que se le hacían desde la prensa comunista argentina y en tener una relación amigable y permanente con los grupos antagónicos de Boedo y Florida.
De su extensa obra poética la crítica destaca La rosa blindada y, sobre todo, La calle del agujero en la media, escrita en París en 1930 como las cumbres de su trayectoria. Sobre este libro consignó la crítica: permanece su observación de lo cotidiano, su mirar en las vidrieras y en los ojos fraternales: los de un saxofonista, los de un vendedor de globos, los de las chicas del music-hall, los de Blanca Luz que está lejos, los del organista de la iglesia de San Suplicio. A partir de la publicación de Todos bailan (1934) Juancito Caminador, un personaje inspirado en un artista de circo y en una marca de whisky (Johnny Walker), se convirtió en un álter ego literario del autor. En este sentido, el escritor argentino Pedro Orgambide lo describió como un amigo de las gentes, de las mujeres amantes y del vino, una suerte de François Villon criollo, cantor de las tabernas, las grandes fiestas y duelos e insurrecciones populares. Igualmente perdurables fueron algunos de sus poemarios como, entre otros, A la sombra de los barrios amados, Poemas para el atril de una pianola y Miércoles de ceniza.
Tuñón fue al mismo tiempo uno de los precursores de la poesía social y combativa en la Argentina: sus “poemas civiles”, referidos a acontecimientos políticos y sociales, influyeron junto con los de la bohemia a autores como los integrantes del grupo “Pan duro”: Julio Huasi y Juan Gelman – cuyo primer libro Violín y otras cuestiones debía mucho a la poesía de Tuñón – y en Roberto Santoro, Francisco Urondo y en líneas generales a toda la generación de los años 60.
La noche del 13 de agosto de 1974, un día antes de su muerte, escribió su último poema, en homenaje al cantor chileno Víctor Jara, encarcelado y luego asesinado por la dictadura chilena de Augusto Pinochet.